Como cada mañana me altera el sueño un sonido que me recuerda que hay que empezar de nuevo, que los días pasan y que todo lo vivido queda atrás. Haciendo esfuerzos y sacando toda mi experiencia en batallas consigo sacarme de encima todo el peso de las mantas que tan tiernamente me han acariciado por la noche.
Automáticamente bajo las escaleras, como cada mañana pensando “algún día tropiezaré de lo dormida que estoy”, y justo en el primer rellano me encuentro a aquel hombre. Un ser que durante mi juventud sólo me había dado la imagen que lo importante eran los ideales y trabajar y que todo lo relacionado con los sentimientos eran futuras debilidades.
Como han cambiado las cosas… Ese hombre ya se ha quitado el caparazón y habla de las cosas que más le inquietan, de sus amores pasados, sus miedos y las historias que vivió cuando era joven.
En su casa nunca le dejaron tener animales, su madre no tenía lugar en casa para ellos y cuando sus hijos se lo preguntaban les respondía con una amenazadora frase: “cuando venga tu padre se lo preguntas y ya verás”.
Como han cambiado las cosas… ese hombre nunca permitió que sus hijas tuvieran un animalito en casa, exceptuando un canario. Decía que era demasiada obligación y que él no tenía tiempo de encargarse de él y ellas eran demasiado irresponsables como para poderlo llevar a cabo.
Ese hombre no recordaba lo que era la ilusión de tener un animalito en casa, más bien no sabía lo que era. Estaba cometiendo el mismo error que habían cometido sus padres a la vez que también se equivocaba en no dar a sus hijas una explicación razonable sobre el motivo de la decisión.
Como han cambiado las cosas… Un día ese hombre decidió que quería tener un perro en casa, pero la decepción llegaba a medida que éste iba creciendo. La complicidad entre ambos y el amor que surgió fue tan intenta que ni tan solo su mujer podía acercarse a él sin que ésta se arriesgase a ser cogida por una mandíbula afilada. Era, como podeis imaginar, un peligro constante.
Las cosas en esa casa cambiaron hasta tal punto que ese lugar tan lleno de luz y tan ocupada por gente que ya tenía sus casas, se convirtió en una casa vacía con almas que no sabían cómo evitar la trampa. Hasta que un día las cosas no tuvieron otro fin que el llanto de esa familia.
Como han cambiado las cosas… Durante unos años ese hombre se negó a tener animales, aunque esta vez con una razón muy válida: evitar el dolor y la pena. Pero pasados unos años un precioso perro que andaba al borde de la muerte entre las calles llenas de coches de la ciudad le hizo cambiar de idea. Fueron uno más en la familia.
Fueron pasando los años y la relación de amor y fidelidad entre perro y amo fue creciendo.
Como han cambiado las cosas… Llego a la cocina, como cada mañana, y el hombre da de comer al perro dialogando con él y diciéndole que no puede comerse el jamón tan rápidamente, que hay que saborearlo.
El perro, sin entender nada sólo ve a ese hombre cada día le da de comer, lo lleva de paseo, juega con él y sus miles de muñecos, y cuando lo necesita le da todo el cariño que quiere.
¡Como han cambiado las cosas!
¡Qué bonita relación la del humano con un perro cuando entre ellos existe el amor y la fidelidad!
Això diuen, que el gos/ca/pelusseta és el millor amic de l'home... :P
ResponEliminaAixò diuen... és més, es ca només mossega quan ja haven-te avisat unes quantes vegades tu no l'has respectat, l'humà et mossega sempre que li entra en gana.
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