17 de novembre 2010
y sigue lloviendo...
Como muchas noches al meterme en la cama,
me invande una nube de tormenta cargada de dolores y recuerdos.
La veo venir des de lejos, y la odio.
¿Para qué vienes?
Ya no sé cómo hacerlo,
te he construido una doble muralla,
tengo los mejores caballeros con flexas de punta evenenada
esperando en lo alto de la torre para cuando llegas...
Y nada, al final te atraviesan pero consigues pasar.
Y no te basta con remover todos los cimientos de este castillo
que tanto me ha costado construir tan lejos de las tierras
que otros días me vieron crecer,
sino que además entras en mi habitación más acorazada
y en ella dejas agua, gota a gota...
Y cada una de ellas tiene la viva imagen de algún momento
que en su momento no entendí, y que ahora empiezo a comprender.
Y esto, realmente me jode.
Tener que darte la razón hasta cuando creía que la tenías perdida.
Y finalmente, como muchas veces,
llego a la conclusión de que como todas las tormentas,
simplemente hay que dejar que descarguen
y aprender donde una se moja más
para a la próxima no estar ahí
o almenos tener un chubasquero a mano.
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