25 de novembre 2012

Siguen persiguiéndome las sabanas blancas




Y ella, acariciándole con la yema de sus dedos los labios
le suplica cinco minutos más.
Poder erizarle la piel una vez más,
susurrarle unos cuantos deseos,
quizás sonreír hasta dormirse.
-Deja que me quede aquí,
bajo las sabanas que nos mantienen
vivos en este deseo de sueños y libertad.
Le susurra al oído que no se marche esta vez,
que se quede hasta quedar sin tacto bajo
el agua caliente que les anestesia la piel.

Así que, sólo le queda pensar que él le pregunta:
"...¿Puedo quedarme hasta mañana?".

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