11 de març 2010

Un día pintado de blanco


Me levanté como tantas mañanas,
como aguijón de escorpión envenenando el despertador.
Otro día más,
otro día más,
¡otro más!
Como cada mañana, se me había olvidado usar aquel cuadro
creado para la pequeña ventana que me separaba de la realidad.
La luz naranja me recordaba que las calles ya estaban puestas,
que el juego no daba tregua.

Fue diferente.

Abriendo las persianas del pequeño balcón al mundo mis ojos
vieron que la realidad era arropada por una capa de agua blanca.
La niñez e inocencia encerrada en mi tomó el poder,
me convertí en niña con castillos, principes, flores,
juguetes y poetas soñados.
Lo confieso, intenté arrebatarle el trono y no pude.
Me sacó a la calle y saltamos, reimos, nos ilusionamos.
Creamos un amigo que parecía entender la festividad de ese momento,
como caracol que sólo sale en días nevados.
Esa niña había estado demasiado tiempo en la penumbra
viviendo sola en el olvido, en otro mundo.

Me alegró el día.

Tendré que hablar con ella seriamente y
quizás llevarla más a menudo conmigo en mis viajes.
Quién sabe, quizás cambie mi visión sobre esa ventana encuadrada,
esa realidad,
ese juego!

1 comentari:

  1. Foto preciosa! i escrit també! se nota que quan no esteim avesats a una cosa, quan apareix tot és màgia :) i el dia ja és totalment diferent a tots els altres!
    Besotes reina mora!

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